Sin-Identificar

Sin identificar (24) - Fuga del Fuerte de San Cristobal / Ezkaba

24 según unas fuentes. 23 según otras fuentes. Asesinados sin identificar en el contexto de la Fuga de el Fuerte de San Cristóbal o Ezkaba.

Dato recogido en los listados de «Navarra 1936...»

Los recogemos en el bloque de «No Registrados anteriormente» (pese a estar recogidos en las  fuentes citadas) a efectos del mejor reflejo y cómputo del nomenclator refundido en el Muro de los Nombres de Parque de la memoria y en el muro virtual de los nombres de Parque de la Memoria.

NIÑA SIN IDENTIFICAR, Exhumada en Falces

Aparece en las eshumaciones de Falces el cadaver de una niña de unos 5 años, junto al de una mujer. Ambas sin identificar, en las exhumaciones de Funes con presencia de José María Jimeno Jurío y Josefina Campo. [01]

Fuentes:

[01] «Octubre 1936. Son asesinados las últimas personas de Peralta» Josefina Campos Orduña:VER

MUJER SIN IDENTIFICAR exhumada en Falces

Aparece en las exhumacionde de Falces el cadaver de una mujer, junto al de una niña de unos 5 años. Ambas sin identificar en las exhumaciones de Funes con presencia de José María Jimeno Jurío y Josefina Campo. [01]

Fuentes:

[01] «Octubre 1936. Son asesinados las últimas personas de Peralta» Josefina Campos Orduña: VER

ÁLVAREZ CALVO (Hermana de Cecilia).

 Se suicidó junto con su hermana Cecilia en la cárcel el 13 de septiembre de 1936.

Su hermana Cecilia era de Navarra (por lo que dedicimos que nuestra protagonista sin identificar tenía los mismos apellidos. Su hermana era maestra de Villalangua, militaba en la FETE.

Según estas informaciones hablamos de dos  hermanas "Álvarez Calvo", probablemente ambas nacidas en Navarra.

Los suicidios como estos en aquellas circustancias, testigos del terror circundante... quedan consignados por obvias razones al capítulo de represaliados y asesinados. Por otro lado en Navarra se recogen notas de prensa atroces y mendazes en relación al suicidio como "suicidas que aparecen en el río atados de pies y brazos"...

Fuente:

«Montborg. Bitácora, weblog o blog de Herminio Lafoz Rabaza EL ATROZ DESMOCHE - DOCENTES DE IZQUIERDA ASESINADOS EN ARAGON EN LA GUERRA CIVIL Y

DESPUÉS» VER

ANTONIA, "La Soriana"

 

  • Nace en: sin identificar
  • Apellidos: Sin identificar
  • Profesión: Mendiga

 

Más información:

De Antonia sólo queda en el recuerdo el mote "La Soriana". Cualquier dato adicional será de gran ayuda.

Fue frecuente el asesinato de mendigos, con un carácter clasista que en este caso se une a la triple vulnerabilidad de una ciudadana desarraigada, pobre y mujer.

Desconocemos las circustancias de su detención y muerte. No se conoce su paradero.

Presente en el Muro de los Nombres del Parque de la Memoria en el bloque de Cirauqui donde reza sencillamente "ANTONIA".

Maestra de "La Normal" de Pamplona

Asesinada el día 21 de octubre de 1936 (día de la procesión de Cristo Rey). Su cuerpo apereció en la exhumación de Monreal. Cuando la asesinaron, cuatro días después de la procesión de Cristo Rey, llevaba un "kimono" de melocotones. La habían apaleado violentamente tras violarla entre varios matones, antes de asesinarla. Estaba embarazada. Le llamaban loca ante los enterradores forzosos, para justificar el terrible estado de la pobre maestra.

«LOS FUSILADOS POR CRISTO REY 

A los cinco días de aquellas muertes, el día 21 de octubre de 1936 de la procesión de Cristo Rey, trajeron al mismo lugar a cinco hombres y a una maestra de la Normal de Pamplona. Testigos involuntarios explican lo que vieron:

Estábamos trabajando en una viña. Oímos los tiros, y cuando llegamos, ya estaban muertos. Los falangistas nos dijeron: ¡Esperad aquí!, que vamos a traer a una loca que no para de gritar, la vamos a matar y la enterraremos aquí con los demás. Así lo hicieron. Después que escuchamos los disparos y la mujer dejó de llorar, fuimos a buscarla. Recuerdo que sólo llevaba un pijama con unos melocotones bordados en la camisa. La mujer estaba embarazada y, a pesar de su estado, la habían reventado a golpes después de violarla varias veces. Más tarde supimos que a su marido también los mataron unos días antes que a ella.

Los que asisten a la conversación mueven la cabeza afirmativamente.» [01]

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«Octubre 1936. Búsqueda incansable de los asesinados el día 21 en Monreal

EXTRACTO:

«Justo a los cuatro días de matar a estos que trajeron de Tafalla nos volvieron a llamar a mi hermano y a mí para que volviésemos, que había que enterrar a otros, era sobre las ocho y media de la noche. Como ya sabíamos lo que había ocurrido el día 21 que nos amenazaron con matarnos también si no íbamos, sin rechistar fuimos mi hermano y yo. Como estaba lloviznando hicieron pronto el trabajo, los mataron rápidamente en el alto y cuando los mataron los echaron abajo y nos dijeron: "Ya están para enterrar, pero esperar, que tenemos ahí una loca, ya la vamos a traer y los enterráis a todos juntos".

¡Sí, sí, loca!, la tenían encerrada en uno de los coches, cuando terminaron con los cinco primeros se fueron al coche donde la tenían y la fueron violando uno tras otro, la pobre gritaba y forcejeaba, pero no le sirvió de nada, como ella se resistía la sujetaban los otros y se echaban iguales carcajadas que cuando hicieron sufrir a los del primer día.

Después le dieron dos tiros y cogiéndola entre dos, la echaron encima de los otros desde el alto. Llevaba un quimono blanco con medios melocotones y al echarla encima de los otros, los faros dejaron ver lo que habían hecho con ella, estaba en estado. Luego nos enteramos que era una maestra de la Normal de Pamplona, a su marido le mataron en el Perdón. Allá a los años vinieron familiares a informarse si estaba aquí en Monreal, pero no sabría decir quiénes eran. Cuando les dimos los detalles de cómo era y cómo iba vestida nos dijeron que era de ella misma»


TEXTO COMPLETO

«Fue el grupo de Monreal de los que más nos costó encontrar.

Sabíamos por Lola Díez, hija de Blas, que con los de Peralta que quedaban en la cárcel hasta el día 21 de octubre se encontraban también más personas de Berbinzana, Tafalla y algún otro pueblo, por lo que el día 8 de mayo de 1978, lunes, nos marchamos a Berbinzana, Lola Díez, su hijo Javier Ostivar con la novia Mª Pilar Fernández y yo. Allí nos encontramos con un primo carnal de Lola, Ángel, al que expusimos el motivo de nuestra visita: «Venimos para hablar con vosotros pues vamos a sacar a mi padre, al tío Nicolás y a tu padre, para poder llevarles a Peralta. Vamos a hacer un panteón y así enterraremos a todos allí». Ángel se marchaba al campo con su señora, y ambos se mostraron un tanto extraños, no dijeron nada. Lola les dijo que íbamos a casa de su tío Gerardo.

Nos recibió con todo el cariño del mundo, y mientras hablábamos, llamaron y eran Ángel con su esposa. El pobre no comprendía nada de lo que le habíamos expuesto y preguntó: «¿Qué es lo que me habéis dicho?, no entiendo nada ¿qué le pasó a mi padre? ¿dónde murió? ¿qué le hicieron?».

Gerardo se echó a llorar. No sabía cómo explicarle a su sobrino lo ocurrido. Habían sido tres hermanos los que habían fusilado y a Gerardo no le mataron porque corrió al frente. A duras penas le contó lo ocurrido.

¿Por qué no sabían nada ni Ángel ni su hermano?

Su padre, también Ángel, se había escondido en el campo cuando intentaron cogerlo, pero una vez lo encontraron le fusilaron (sus restos no se puedieron recoger por más que se miró, el terreno era un barranco de Santacara y se supone que se los iría llevando el agua. A la madre de Ángel, Julia Elizalde, la llevaron a la cárcel, estaba embarazada y estando en la cárcel, nació una niña, que murió.

Una vez fuera se fue a vivir con sus padres, que se habían encargado de cuidar de los dos hijos. No salió muy fuerte de la cárcel pero debía trabajar como pudiera para sacar a sus hijos adelante. Se dedicó a lavar en el río o en las casas, por lo que su poca salud se agravó, y tuvo tuberculosis, que la llevó a la tumba.

Los abuelos siguieron cuidando de sus nietos y nunca les dijeron nada de lo pasado, les daba mucha pena, ya que eran tan niños y habían perdido a los padres y a la hermana.

Fue muy duro para Ángel conocer la verda, y el llanto de todos fue unánime. Le recuerdo tantas veces y me dolió mucho que después de tanto buscarle no pudieran sacar sus restos.

El mundo es un pañuelo y ahí aparecen nuestros vecinos, los mencionados «yeseros». Eran muy amigos del «Chato Berbinzana» y éste se los llevó a su pueblo. Allí no les conocía nadie y podrían vivir sin que nadie les mirase mal. Un día fueron a comprar leche a casa de una señora que tenía cabras. al conocer que era de Gallipienzo, le soltaron una fanfarronada de matones: «Mecagüen, de Gallipienzo eran dos hermanicos que matamos en Falces, quisieron morir cantando una jota, les atamos los brazos y cantando una jota a la Virgen de Ujué los matamos».

Aquellos dos hermanicos eran ni más ni menos que dos hijos de esta pobre mujer. Como era todavía tiempo de guerra calló, pero al día siguiente se negó a darles más.

De esta manera y otras semejantes se descubrieron mucho de cuanto habían hecho, pues los matones bocazas no tienen remedio.

El «Chato Berbinzana» fue uno de los más temidos criminales del 36. Su nombre hacía temer lo peor si se nombraba en cualquier lugar de Navarra y La Rioja. Que con sus secuaces estuviera cerca, era presagio de que la muerte acechaba.

Cierto es que hubo otros muchos por todos los pueblos que se llevaron poco o nada con él, pero ciertamente parece que fue caporal, un individuo que sustituía la inteligencia con bestialidad.

Ciertas informaciones afirman que, terminada la contienda, le dejaron de lado sus mentores, y ante sus reclamaciones le pusieron un puesto de poca relevancia para cubrir las apariencias. Pero se tomó a mal que le pagaran con desprecio después de todos los «servicios» prestados.

El tío de Lola, Gerardo nos llevó a visitar a otros familiares, pero ninguno sabía el lugar donde se encontraban.

Lo mismo ocurrió en reuniones con vecinos de Caparroso y Marcilla.

El 16 de mayo vinieron de Berbinzana, el señor Gerardo y el señor Alfaro, que nos plantearon que también querían en el pueblo recoger a los suyos, y en eso quedamos, como lo habíamos acordado con los anteriores. Si se identificaban los cuerpos no había problema, cada pueblo se llevaba los suyos, y si no era posible la identificación, cada pueblo se llevaría el número de los que hubiesen sido asesinados. Al fin y al cabo todos ellos eran lo mismo e igual de queridos para todos.

En Pamplona estuvimos con Juana Mari Burdaspar, y visitamos a las hermanas Tere y Nieves Ricarte Zoco, Francesas, Juanita Castillo viuda de Agustín Rodríguez, Pimpozo, Jesusa Asín, viuda de León Pérez, el Apache, con Juanita Boneta, viuda de Alejandro Castillo Todosio, y algunas otras, que nos acogieron con sumo interés y estaban de acuerdo en la exhumación de los restos.

Pero en la vida no todo es miel y una de las personas que fuimos a visitar nos recibió con gran altivez, negándose en redondo a dar su permiso para exhumar  los restos de su marido.

La conversación fue muy desagradable, a pesar de que le hablábamos con mucho respeto. Cuando le comentamos que todavía no sabíamos el lugar donde estaban, estalló en una risa hueca y burlona diciendo: «¿No tenéis ni idea de dónde están?, yo sí que lo sé». Le rogué que nos dijera el sitio, mas se negó. Nos marchamos y al despedirnos le dije con naturalidad y sin enojo que no se preocupara, que alguien más lo sabría y de una u otra forma los encontraríamos. Bajábamos las escaleras sin hablar, y Juana Mari Burdaspar me dijo cómo había tenido tanta paciencia. No podíamos obligar a nadie, pero de una u otra forma nos enteraríamos, como así fue.

Días más tarde recordó mi madre que había una señora de Peralta Encarna Rox, Puchera, que vivía en Tafalla, aunque no sabía las señas. Ella se había encargado de llevarles la ropa limpia y recoger la sucia, incluso les lavaba. Su hermana Teresa, la Pastora, nos dio las señas y el 18 de mayo fuimos a visitarle Lola Díez, Javier Ostivar, Pilli Fernández, Juanjo, Gerardo, Alfaro de Berbinzana y yo. A partir de aquí prácticamente todo fue coser y cantar.

Encarna nos acompañó a visitar algunas familias, y salvo una, el resto dieron su conformidad. Una de ellas, llorando nos dijo: «Sí, sí, antes de que yo me muera». Era, la señora Adelaida San Martín, esposa del concejal de Tafalla Pedro Martirena, propietaria de una tienda de lencería en la calle Mayor de Tafalla.

Después marchamos a la tienda de la viuda de Saturio García. Nos atendió la hija y su esposo, y nos comentó que conocían el lugar, que habían ido muchas veces a llevar flores. Seguidamente nos mandó a la casa para que estuviéramos con su madre y la reacción fue igual que la de la señora Adelaida.

Tras hablar con el párroco de la Iglesia de Santa María, que nos escuchó con sumo interés, prometiéndonos su ayuda, dimos por terminada la visita. Al fin sabíamos que este segundo grupo de presos de Tafalla estaba en Monreal, y conocíamos el lugar exacto.

Mi madre lloró de alegría, al saber que íbamos a poder recoger a su hermano. Don Francisco Iraceburu, párroco de todos los pueblecitos cercanos a Monreal, se encargó de hablar con el de Monreal, don Miguel Zabalza. Al día siguiente pude hablar con él por teléfono y concertamos una visita para el día siguiente cuando me mostró el lugar donde estaban enterrados.

Ambos párrocos nos brindaron su ayuda incondicional buscando contactos que nos dijeran los lugares exactos, ya que había varios grupos de fusilados de diferentes pueblos. Desde entonces don Miguel nos ayudó cuanto estuvo en su mano.

Quien estuvo de párroco en aquellas fechas fatídicas 1936-1939 en Monreal, había colocado en un árbol una cruz y un letreo que decía así: «Respeten este lugar, es cementerio de 1936».

¿Qué pasó con aquel sacerdote, que de la noche a la mañana desapareció y nada han vuelto a saber de él?

Al fin los habíamos encontrado y la alegría se consolidó en todos nosotros.

Seguía sin ser localizado el grupo de cinco de la cárcel de Pamplona fusilados el 26 de octubre. Teníamos noticias de que pudieran estar en Ibero, y decidimos ir allí Juanjo, Mercedes Ulibarrena y su esposo. En Ibero nos esperaban Leonor Irisarri, Félix y Matías Guinduláin, y Loli Busto, esposa de Félix.

Juanjo, que trabajaba en Ibero, había contactado con algunas personas, para que pudieran informarnos sobre el particular, y nos dieron información precisa y real de que en ese mismo día ni en otros hubiesen llevado a personas de Peralta. Que las 20 personas de ese mismo día sacadas de la cárcel de Pamplona eran de Larraga, y que estaban enterrados en dos grupos de 10, al pie de un pequeño montículo, conocido como «Las tres cruces», porque una señora de Larraga, Orosia Frauca, vivía entonces en Ibero y encargó las tres cruces en hierro para señalar el lugar para una posible búsqueda posterior.

Visitamos a la señora en Pamplona, que nos confirmó la versión recogida en Ibero y que ella los conocía a todos.

Una vez que supimos que los presos del segundo grupo de Tafalla estaban en Monreal, nos pusimos en contacto con los demás pueblos que estaban con los nuestros, Berbinzana, Caparroso, Cáseda, Gallipienzo, Murillo el Cuende, Funes, San Martín de Unx, Pamplona, Tafalla y Peralta.

En cuanto a la fosa de Falces, se comenzó a vislumbrar una solución para exhumar a todos a la vez, pues el párroco que estaba en 1936 dejó anotado el orden en el que estaban enterrados según fechas de enterramiento. Así pues se contactó con todos los pueblos que tenían fusilados allí y poco a poco se fue haciendo más fácil la localización. Había restos de Gallipienzo, Larraga, Olite, Funes y Peralta.

Habíamos hablado con el enterrador de Monreal, y quedamos en ir. El párroco, llamó al enterrador. ¡Pobre hombre! tenía 16 años cuando les enterraron y su hermano unos 20 años. Llorando decía que no lo había olvidado nunca.

«¿Ud sabe todo lo que hicieron con ellos, toda la noche, toda la noche haciéndoles sufrir, no sé cómo podían hacer esas cosas. No vaya a creer que les mataron gente de por aquí, no, no».

«Les obligaban a confesarse y al que no quería le daban de golpes, les tenían atados metidos primeramente en los autobuses en los que les trajeron, pero cuando les apetecía sacaban a algunos y les hicieron mil injurias, y aún se reían, fue horrible, horrible. Cuando ya habían matado a todos y estaban metidos en las zanjas echamos cal viva encima de ellos. Se hizo allí mismo un almuerzo y como no estaban todavía cubiertos de tierra, les echaban los huesos encima y aún hacían chistes de ello, y todos a carcajada. Fue horrible, horrible y tantos hombres, no hay derecho, ¡qué horror!»

Conforme nos lo contaba lloraba como un chiquillo, a veces no podía continuar porque le embargaba la emoción, y se cubría el rostro con las manos. Se llamaba Pablo Ojer, Lorduras.

Bajamos nuevamente al lugar donde estaban, pues ya había otras tumbas con menos hombres y eran de Aoiz, Aós, Yesa, y Pamplona; éstos estaban en una explanada. El grupo de los presos de Tafalla estaban más hacía el río, debajo de los árboles y plantas que habían crecido exhuberantemente.

De primeras calculamos los restos de 64 personas los que íbamos a recoger, pero fueron finalmente 73.

La hija de Saturio García de Tafalla nos ofreció en su nombre y en el de su madre, utilizar el panteón familiar para guardar provisionalmente los restos.

Luis Luri de Azagra, que llevaba el restaurante de Arlas, se ofreció a llevar los cajones en su furgoneta. Lo mismo hizo Alfredo Ruete, Koske, que ya nos había ayudado anteriormente.

Cuando fuimos a sacar los de Falces nos acompañó don Juan José Catalán, pero después del funeral de Peralta, divulgó que Ángel Vidondo se había metido con la familia Sagardía, lo cual es totalmente mentira. En la homilía de Ángel Vidondo se puede comprobar que no dijo ni una sola palabra alusiva ni de esta familia ni de ninguna otra.

Una vez que todos los pueblos teníamos los permisos familiares y de sanidad, marchamos de los siete pueblos a recoger sus restos. Acudimos unas 150 personas, no olvidemos que eran 64 presos, después encontramos más. La carretera se llenó de coches, gente mayor, jóvenes y niños acudimos en busca de nuestros seres queridos. Muchos de nosotros nos conocíamos de siempre, otros acabábamos de hacerlo, pero fue notable la gran voluntad de todos en ayudarnos. Hermanarnos unos con otros, colaborando todos a una con todos sin excepción.

Dentro de la arboleda al fondo se hallaban los presos de Tafalla y de Pamplona. La unidad de nuestros seres queridos en aquellas fosas comunes, hizo que surgiera entre nosotros el mismo sentimiento de hermandad.

Hablando con Pilar García de Cáseda, a quien le mataron al padre, Antero García, me decía: «Para mí es igual si tengo en Cáseda los restos de mi padre o son los de otro compañero, es exactamente igual, ellos sufrieron la misma muerte, se hermanaron en ella, yo les quiero como si todos fueran uno, como si todos ellos fueran mi padre y sé que en los otros pueblos fueron recogidos con el mismo cariño y esto me basta». Y así fue realmente el espíritu que nos unió a todos.

De Tafalla vino la Cruz Roja. El conductor era nieto de un fusilado de Murillo el Fruto, y su padre, Jesús Ausejo, compañero de estudios de Ángel y Tomás Vidondo de Peralta; vive en Tafalla, no faltaba ni un sólo día para ayudarnos en lo que pudiera. Su padre había sido fusilado en la primera revuelta del Fuerte San Cristóbal en 1937.

El terreno había cambiado después de 42 años, por lo que Pablo Ojer, el enterrador, no acertaba a distinguir el lugar exacto. Además estaba muy afectado y al ver aparecer tanta gente todavía se conmocionó más

Se comenzó primeramente a limpiar de maleza y plantas, se sabía que aquél era el lugar y aunque costara había que empezar. El alcalde Antonio Salas de Monreal se fue al pueblo para buscar entre los vecinos más información y se tuviera más seguridad. El hermano de Ojer, vivía, pero no salía ya de casa. Finalmente, entre todos coincidieron con el sitio, podía estar un poco más a la derecha o a la izquierda, pero estábamos en el lugar preciso.

Comenzó a llover de lo lindo, pero se siguió trabajando, se comenzaban a ver algunos restos. Los que estaban dentro de la fosa se calaron, pero allí nos dieron las ocho y media de la tarde y quedamos en volver al día siguiente.

Se estaban sacando los restos de uno de ellos, que pertenecían a alguien de una gran complexión física. Al mostrarlo, Lola comentó llorando: «Yo creo que éste será mi padre, pues era muy fuerte». Su tío Gerardo, llorando también lo dijo: «Sí hija mía, éstos son los restos de tu padre, éste es tu padre». Al no aparecer ningún otro con esa constitución, quedó claro que era el padre de Lola Díez.

Carlos Pérez Gogorza estaba afanoso buscándolos con sumo cuidado, mientras les hablaba: «Pobricos, ¿qué hicieron con vosotros?, ¿qué males habíais cometido? Ya estáis saliendo, os vamos a llevar a casa, pobricos, cuánto hicieron con vosotros».

Cuando la guerra, Carlos tenía 4 años, pero quiso mucho a su hermano Eugenio y se desvivió por todos. En muchos momentos el cariño con que les hablaba hacía que lloráramos todos emocionados.

Mi tía Pilar y mi madre recordaban que a su hermano le faltaba un diente en el lado izquierdo. Así pues estábamos pendientes de ello y al poco de salir el padre de Lola, salió mi tío José Orduña Asín. Esta vez fue Javier Lorea quien sacó la cabeza. Al verla vimos que era él.

Mi madre se metió en la fosa, es la primera mujer que se ve bajando, a la izquierda.

Javier Lorea también fue uno de los que trabajó sacando restos de lo lindo. Los que no podían trabajar dentro de las fosas, nos dedicábamos a recoger los restos y colocarlos en unos u otros cajones. Estos estaban marcados con el nombre de los pueblos y algún otro sin ninguna referencia, para los restos que no conocíamos.

Ya llevábamos un rato sacando restos cuando Ojer se me acercó ya más tranquilo, al ver que salían los restos y nos dijo:

«Quería decirles, que, a los cuatro días de que mataran a este grupo vinieron con cinco hombres más y una mujer y están enterrados a un lado de éstos pero en la misma fosa

No sé de dónde eran pero sí se que les mataron los mismos que mataron a los primeros, pues no se me han olvidado ya jamás, si volviera a verles les reconocería.

Justo a los cuatro días de matar a estos que trajeron de Tafalla nos volvieron a llamar a mi hermano y a mí para que volviésemos, que había que enterrar a otros, era sobre las ocho y media de la noche. Como ya sabíamos lo que había ocurrido el día 21 que nos amenazaron con matarnos también si no íbamos, sin rechistar fuimos mi hermano y yo. Como estaba lloviznando hicieron pronto el trabajo, los mataron rápidamente en el alto y cuando los mataron los echaron abajo y nos dijeron: "Ya están para enterrar, pero esperar, que tenemos ahí una loca, ya la vamos a traer y los enterráis a todos juntos".

¡Sí, sí, loca!, la tenían encerrada en uno de los coches, cuando terminaron con los cinco primeros se fueron al coche donde la tenían y la fueron violando uno tras otro, la pobre gritaba y forcejeaba, pero no le sirvió de nada, como ella se resistía la sujetaban los otros y se echaban iguales carcajadas que cuando hicieron sufrir a los del primer día.

Después le dieron dos tiros y cogiéndola entre dos, la echaron encima de los otros desde el alto. Llevaba un quimono blanco con medios melocotones y al echarla encima de los otros, los faros dejaron ver lo que habían hecho con ella, estaba en estado. Luego nos enteramos que era una maestra de la Normal de Pamplona, a su marido le mataron en el Perdón. Allá a los años vinieron familiares a informarse si estaba aquí en Monreal, pero no sabría decir quiénes eran. Cuando les dimos los detalles de cómo era y cómo iba vestida nos dijeron que era de ella misma».

Acordamos ponernos de nuevo en contacto sobre este grupo, y le pedimos encarecidamente que indagara en el pueblo por si alguno sabía algo más. Le comenté al alcalde lo contado por Ojer y lo que nos pasaba con un grupo de Peralta de Ibero pero que en el pueblo nos aseguraron que no estaban, prometiéndonos indagar sobre ello. Fueron muchas las personas de Monreal que nos ayudaron, a quienes estamos muy agradecidos.

Nuevamente aparecieron dos cabezas prácticamente juntas e iguales y los antebrazos atados con un alambre: «Esos son los Chivite». Junto a sus restos salió un pequeño paquete, eran las monedas que habían usado para casarlos por la Iglesia.

 

Una señora (Esperanza Sánchez de Tafalla) con el pelo blanco comentó: «Ese es Juan Chivite, el pequeño de los hermanos». Le pregunté si lo había conocido: «¿Ves mi pelo?, pues está así desde el día siguiente que les sacaran de la cárcel». «Nos hicimos novios en la cárcel sin conocernos, solamente hablábamos a través de las celdas». Se vieron por primera vez el día que se los llevaron. Esperanza Sánchez, tenía 24 años y estaba presa con 11 mujeres más; creyeron que se las llevarían también, pero las dejaron.

 

El agua seguía cayendo sin descanso y a eso de las ocho y media de la tarde dejamos todo para el día siguiente. Los restos, como ya habíamos acordado con la famlia de Saturio García de Tafalla, los trasladamos en sus respectivos cajones hasta Tafalla y los recogimos en el panteón.

 

En Monreal estaban Leonor y María Irisarri. Les comentaron lo que nos había dicho Ojer, el enterrador, y creímos que era casi seguro que los 5 asesinados del día 25 de octubre eran los que llevábamos tantos días buscando.

 

Al día siguiente nos encontramos con Nieves Vidondo, hija de Félix uno de los cinco asesinados el día 25 de octubre, y le informamos: «¿Dónde?». «En Monreal». Nieves se echó a llorar.

 

Volvimos a Monreal y Carlos Pérez Gogorza, Cholo, llevó una lona para poder proseguir con menos molestias, pues seguía lloviendo mucho. A las tres de la tarde recogimos y los dejamos para el fin de semana siguiente. Estos tres hombres, cada día venían puntualmente, por lo que yo llegué a creer que tendrían algún familiar. Algún día en lugar de venir tres, venían dos, pero siempre los mismos y cada día se colocaban a mi lado y yo hablaba con ellos con toda normalidad. Volveré sobre el tema más adelante.

 

Félix y Matías Guinduláin, pero sobre todo Félix, estaban mosqueados porque presentían que les ocultábamos algo. Él no sabía muchas cosas de lo ocurrido en la guerra, menos todavía de algunos matones o responsables de aquellas muertes. Nosotros recogíamos cada día más información y había cosas que preferíamos callar para evitar el sufrimiento de los familiares.

 

Félix nos lo planteó un día claramente y Juanjo le dijo que entre las personas con las que convivía normalmente había gente a la que no iba a poder mirar igual. Estuvieron en mi casa y les informé de cuanto pude informarle, pues había un familiar responsable de la muerte de su abuelo, que había mandado que le inscribiese fallecido en el término de Monreal.

 

Tomás Vidondo fue informado por su hermana Rita de lo que pasaba y nos pidió que le avisáramos, pues podía reconocer a su tío enseguida, ya que llevaba un puente de platino y unas muelas postizas.

 

Aunque el decreto de confesión le impedía dar más datos, el párroco de Monreal certificó que las familias de los cinco asesinados podían llevarse los restos con la seguridad de que eran sus familiares. Alguien del pueblo sabía que eran los de Peralta.

 

Félix y Loli su esposa fueron informados por el párroco de que entre aquellos restos estábamos sacando a su abuelo.

 

Al conocer los datos, Leonor Irisarri volvió con otra esperanza, convencida de que entre los restos de aquellas seis personas asesinadas estaba su padre. Quien mandó se hiciera la inscripción sabía muy bien que estaban en Monreal, si bien mintió, dando otros lugares.

 

Javier Vidondo, hijo de Félix, lloró amargamente cuando descubrió el acta de defunción de su padre, más al ver la firma del responsable de su muerte en Tafalla, un familiar no de sangre, pero familiar muy directo.

 

En el nuevo viaje a Monreal vino Tomás Vidondo, y al poco de comenzar apareción una medalla de plata de la Milagrosa. Tomás la reconoció: «Aquí está mi tío, llevaba una medalla de la Milagros, que le llevó sor Vitoria» (monja de la Caridad de Peralta). Cuando apareció la cabeza allí estaba el puente de platino de su tío.

 

Estaban todos los familiares de los 5 hombres asesinados el día 25, entre ellos José Luis Ulibarrena y su hermana Mercedes, Esperanza González, esposa de José Irigaray, Pitón; Julia Irigaray, hermana de José, Lola Díez, sobrina, Javier Vidondo, hijo de Félix, y los nietos de Félix y Matías Vidondo, y otros sobrinos y nietos; Leonor y María Irisarri... Por el tamaño y otros detalles identificaron a todos. Efectivamente, salieron donde había indicado Pablo Ojer.

 

Fue una gran alegría, tras las incógnitas que habíamos tenido, que allí estuvieran los cuerpos de Victorino Irisarri, Félix Vidondo, José Irigaray, Isidoro Itúrbide y Francisco Ulibarrena, junto con el de la maestra.

 

Finalmente, el sexto día apareció Juanito Lezáun Pérez, Patán, el hermano de Antonia Lezáun. Su cabeza tenía un tiro en la nuca: «Juanito, Juanito ya has salido, ya has salido, pobrico, pobrico, cuánto hemos sufrido todos...».

 

Terminamos de sacar a todos, nos despedimos de la gente de Monreal, dándoles las gracias a Ojer, al alcalde y a otros vecinos que habían venido.

 

En Tafalla hicimos el reparto por pueblos, y se dejaron en un cajón los restos que habían aparecido de más, entre ellos el de la maestra de Pamplona, por si aparecían sus familiares reclamándolos. Si no fuera así, se recogerían en el panteón de Tafalla.

 

Estábamos muchas personas para recogerles y llevárnoslos para nuestros pueblos. Al ver tal cantidad algunos exclamaban cómo habían podido matar a tantos. Carlos el Cholo respondió: «y aún tiene alguno la poca vergüenza de estar aquí, ni la tuvieron ni la tendrán». El aludido era de Peralta, pero no se dio por enterado, se ve que tenía buenos memoles y sangre fría.

 

Apareció por el panteón el párroco de Cáseda que nos comentó que se corría por el pueblo de Cáseda que pudiera estar el párroco de entonces, don Eladio Celaya Zalduendo natural de Peralta, asesinado también, porque los responsable no lo negaban.

 

Concepción Toledo, sobrina de Eladio, me habló de una señora de Cáseda que sabía de su muerte y que le habían cortado la cabeza igual que a San Juan... Así que quedamos en entrevistarnos con esa señora que vivía en la Chantrea.» [02]

 

[01] 1978/12/21 INTERVIÚ N.136: VER

[02] «Octubre 1936. Búsqueda incansable de los asesinados el día 21 en Monreal»
Boneta.eu VER

Ciudadana "XXX" Burguete

«Además en nuestro Municipio, según diversas fuentes orales, en el paraje de Oiarburu fue asesinada una ciudadana, dicen que de nacionalidad francesa, su nombre se ignora “le llamaremos XXX” y su muerte no quedo registrada. Fue acusada de espía.» [01]

Otras fuentes como el libro "El Escarmiento" de MSO hablan de la profesión de la ciudadana gala, como reportera o fotógrafa (pag. 111)  [02]

[01] Acuerdo de 2007 en el Ayuntamiento de Burguete: VER

En la Casa Consistorial del M I Ayuntamiento del Auritz-Burguete a 8 de Noviembre de 2007 siendo las 18,00 horas, se reunió el Ayuntamiento al objeto de celebrar sesión extraordinaria con la asistencia de los Sres. Concejales, Doña María Roncesvalles Azanza Burusco, D Juan Manuel Azanza Burusco, D. Alejandro Othegui Echeverría, Doña Maria Aranzazu Oyarbide Lapazarán, D. Iker Oroz Garate ,y D Ignacio Irigaray Gil bajo la presidencia del Sr. Alcalde D. José Irigaray Gil actuando como secretario de

la Corporación D. Pedro María Cenoz Iragui.

Se hace constar la presencia de las siguientes personas relacionadas con las personas de Burguete fusiladas y represaliadas en la Guerra Civil:

- D. JOAQUIN INDURAIN BERRADE CASADO CON SUCESORA DE CONSTANTINO EGIA OLAETXEA.

- Dña. IOSUNE EGIA ERRO SUCESORA DE CONSTATINO EGIA OLAETXEA (NIETA).

- D. MIGUEL ANGEL BURGUETE ITURBIDE CASADO CON SUCESORA ITZIAR EGIA ERRO (NIETA).

- D. GERARDO EGIA ERRO NIETO DE CONSTANTINO EGIA.

- Dña AITZIBER BURGUETE EGIA BIZNIETA DE CONSTANTINO EGIA.

- D. RUBEN EGIA ERRO NIETO DE CONSTANTINO EGIA.

- Dña. ITZIAR EGIA ERRO NIETA DE CONSTANTINO EGIA.

- Dña. MARIA EGIA ARIZTIMUÑO NIETA DE LUCIANO EGIA.

- D. GORKA EGIA ARIZTIMUÑO NIETO DE LUCIANO EGIA.

- D. FERMIN EGIA ARGÜELLES HIJO DE LUCIANO EGIA.

- D. INAXI ARIZTIMUÑO OTEGI NUERA DE LUCIANO EGIA.

- Dña. TERESA EGIA GARCIA HIJA DE ISIDORO EGIA.

- Dña. ANA BELASKO EGIA, BELI BELASKO EGIA, NIETAS DE ISIDORO EGIA.

- D. ARCADIO IBAÑEZ SAN JUAN AMIGO DE LOS EGIA.

- Dña. CONCHITA SALINAS MURO, AMIGA DE LOS EGIA.

- D IÑAKI YOLLER URDIROZ PARIENTE DE FILOMENO URDIROZ APEZARENA.

Abierto el acto se solicita por parte de Dña Itziar Egía Erro autorización para grabar la sesión concediéndolo el Sr. Alcalde.

Acto seguido interviene el Sr. Alcalde señalalando el carácter especial de la Sesión que en principio iba a tener carácter monográfico si bien por razones de urgencia se han introducido dos puntos más y que por ello se va a tener un desarrollo especial que incluirá intervenciones del público.

1.-RECONOCIMIENTO Y DIGNIFICACIÓN DE LOS FUSILADOS Y REPRESALIADOS DE LA VILLA DE AURITZ BURGUETE EN LA LLAMADA GUERRA CIVIL.

Toma la palabra el Sr. Alcalde dando lectura al siguiente texto “Setenta años, es demasiado para esperar. La dictadura, los miedos, la dejadez, la ignorancia y los intereses han impedido hablar en este foro de este tema. El tratarlo hoy, de ningún modo obedece al debate que se vive en estos momentos debido a la tramitación en el Congreso de España de la Ley de la Memoria Histórica, sino que es consecuencia de una necesidad moral e histórica que esta Corporación entiende que hay que cumplir para intentar cerrar en sano, en la medida que podamos, unas heridas todavía abiertas.

Este acto de recuerdo se debe convertir en una reivindicación de la verdadera Historia de la conocida como Guerra Civil Española. Guerra, en la que la insurgencia militar se levanto en armas contra la legitimidad y la legalidad. Así mismo, este acuerdo no se debe entender como una reclamación de venganza, fomento de la crispación o división revanchista, sino como un acto de reparación y dignificación moral e histórica.

Los pueblos sin memoria, como los individuos, actúan como sonámbulos: hipnotizados o irresponsables. Es difícil cultivar la responsabilidad cuando la memoria se amaña o, peor; cuando directamente se niega o se reprime, y como dice Freud lo reprimido vuelve. Ser responsable es hacerse cargo de lo sucedido, también para transformarlo. Sin análisis ni pasión por la verdad no hay posibilidad de asumir los valores e implicaciones éticas.

En Navarra la llamada Guerra Civil esquilmó las ilusiones de una generación que, lejos de recomponer sus vidas tras tres años de contienda, tuvieron que sufrir cuarenta años de dictadura que trajo consigo dolor, muerte y ausencia de libertades.

Como consecuencia del golpe militar contra la Republica fueron asesinadas por las tropas sublevadas los vecinos o hijos de la villa de Auritz-Burguete que a continuación se relacionan:

-CONSTANTINO EGUIA OLAECHEA. Nacido en Auritz-Burguete, asesinado el 23 de agosto de 1936 en la Bardena.

-JUAN BAUTISTA EGUIA OLAECHEA. Nacido en Auritz-Burguete el 7 de agosto de 1906 y asesinado en Pamplona el 23 de septiembre de 1936.

-LUCIANO EGUIA OLAECHEA. Nacido en Auritz-Burguete el 10 de enero de 1908 y asesinado en Erreniaga (El Perdón) el 22 de septiembre de 1936.

-ISIDORO EGUIA OLAECHEA. Nacido en Auritz-Burguete el 12 de abril de 1907 y asesinado en Zizur el 21 de septiembre de 1936.

-EVARISTO PÉREZ LUQUIN. Natural de Ávila, medico de Auritz-Burguete, asesinado en Cadreita el 23 de agosto de 1936.

-FILOMENO URDIROZ APEZARENA. Nacido en Auritz-Burguete el 6 de julio de 1904 y asesinado el 21 de enero de 1937.

-Además en nuestro Municipio, según diversas fuentes orales, en el paraje de Oiarburu fue asesinada una ciudadana, dicen que de nacionalidad francesa, su nombre se ignora “le llamaremos XXX” y su muerte no quedo registrada. Fue acusada de espía.

En reconocimiento y dignificación moral de las personas fusiladas y en atención a sus familiares, así como de todos los vecinos o hijos de la villa que sufrieron la represión franquista, sin olvidar a las personas que injustamente estuvieron en nuestro municipio en campos de esclavitud del franquismo construyendo la línea defensiva de nidos de ametralladora.”

El Ayuntamiento de Auritz-Burguete aprueba por unanimidad

- “Declarar que CONSTANTINO EGUIA OLAECHEA, JUAN BAUTISTA EGUIA OLAECHEA, LUCIANO EGUIA OLAECHEA, ISIDORO EGUIA OLAECHEA, EVARISTO PEREZ LUQUIN, FILOMENO URDIROZ APEZARENA y “XXX” ; fueron vilmente asesinados en la sublevación militar de 1936 a 1939, sin nada que lo justifique, defendieron con sus vidas la libertad, el progreso y la justicia social. Por ello les rendimos nuestro mas sincero homenaje, homenaje extensible también a cuantas personas de la villa sufrieron la humillación y castigo por causa de sus ideas.”

-“Revocar todos los acuerdos existentes de apoyo, enaltecimiento y adhesión a los sublevados y en especial los acordados en relación al anterior Jefe del Estado Español, general Francisco Franco Bahamonde”.

Procede el público presente a aplaudir la decisión municipal.

Interviene Dña Itziar Egía Erro quien procede a leer primero en Euskera y después en Castellano el siguiente texto:

“Urte asko behar izan ditugu...

gutxienez 71 urte, bakar batzuk elkartu ahal izateko,

hemen gauden guztioi esker,

eta etortzerik izan ez dutenei esker.

Gureen falta triste eta mingarria sumatu dugu urteotan,

ezin adierazi genituen sentimendu gogorrak,

beldurrez izkutatu ditugun beharrak,

horiek sentitzeko beldur baikinen.

Norberak jakin du zer pasatu zaigun,

eta isildu izan du kanporatu ezinik;

errua baitzuen kontatzen zuenak

eta ezin baitzuen ihardetsi entzuten zuenak.

Zenbat galdu dugun denbora honetan guztian,

eta zenbat sufriarazi diguten;

zenbateko mina bizi eta isildu dugun,

eta zenbat gelditu zaigun esan gabe.

Bilatzen emandako urteak, emaitzarik gabe,

ahaleginak egunero, eta sufrimendua besterik ez,

negarrak, herri haietatik itzultzean,

han genituela uste genuenean.

Sufrimendua gu guztiok eraman duguna,

hemen gauden guzti-guztiok,

deitoratu, pairatu eta isildu duguna,

eta gurekin galtzera zihoana sekulako.

Azkenean hemen gaude denok elkarrekin,

eta ozen esan dezakegu:

altxa dezagun guztiok burua,

-

gaur, azaroaren 8an, omenaldi hau egin nahi dizuegu eta. Eskerrik asko Auritzeko herriari, eta hemen egoteko modua eman diguzuenei, zuekin batera, CONSTANTINO, BAUTISTA, LUCIANO eta ISIDOROrentzat eta, berriz ere, eskerik asko guztioi hemen egoteagatik.

Han sido necesarios muchos años...

al menos 71 para podernos unos pocos reunir

gracias a todos los que aquí estamos

y a los que no han podido venir.

Han sido años de añoranzas; tristes y sentidas

de sentimientos duros sin poder compartir

de necesidades escondidas

por miedo a poderlas sentir.

De cuando uno sabe lo que nos ha pasado

y lo calla por no poderlo compartir

porque quien lo contaba era culpable

y quien lo escuchaba no lo podía repetir.

Cuanto hemos perdido en este tiempo

y cuanto se nos ha hecho sufrir

cuanto dolor vivido y silenciado

cuanto se ha quedado sin decir.

Años de búsqueda sin resultados

del esfuerzo diario que sólo nos hacia sufrir

de lloros a la vuelta de esos pueblos

de los que creíamos los teníamos allí.

Sufrimiento transmitido a todos

a todos y cada uno de los que estamos aquí

llorado, sufrido y silenciado

y condenado con nosotros a morir.

Por fin estamos todos juntos

y en voz alta lo podemos decir

levantemos todos la cabeza

que hoy 8 de noviembre

este homenaje os queremos rendir.

Gracias al pueblo de Burguete y a los que nos han hecho posible estar aquí con vosotros a CONSTANTINO, BAUTISTA, LUCIANO e ISIDORO y de nuevo muchas gracias a todos por estar aquí”.

Proceden a continuación todos los presentes incluida la corporación municipal a aplaudir la intervención.

Interviene a continuación Dña Ana Belasko Egía dando lectura al siguiente texto:

“Buenas Tardes

Hace unos días, uno de mis tíos me pidió que preparara unas palabras para este acto.

Como en otros momentos de mi vida, pensé que no conocía gran cosa de mi familiar Egia, de su pasado en este pueblo y, desde luego, de la muerte de cuatro de sus miembros. Tampoco he sabido del devenir de algunos de los descendientes de quienes fueran mi abuelo y sus hermanos.

Por ello, mi primera reacción fue decir que no podía intervenir ante este Ayuntamiento, Luego, se me ocurrió que debía aprender algunos datos sobre aquellas personas fallecidas y sobre sus escasos descendientes, incluso detalles de dónde y cómo habían rehecho su vida.

Pero, cuando me puse a preparar estas líneas, vi que este esfuerzo sólo ayudaba a desdibujar la verdad,

Yo sé que mi abuelo materno, Isidoro Egia Olaetxea, tenía tres hermanos más: Constantino, Juan Bautista y Luciano. Siempre me han dicho que era taxista y que estaba afiliado a un sindicato obrero. Que lo detuvieron en 1936, al igual que a sus hermanos, y que a todos los fusilaron. Que mi madre ni siquiera lo conoció y que los restos de su progenitor continúan enterrados en algún lugar desconocido.

No dispongo de muchos más datos. Por ello, quiero dar las gracias a las personas que, sin conocer de nada a aquellos fusilados, han dedicado su esfuerzo a organizar y participar en este homenaje.

A mi madre y a mis tíos Egia, que tanto han sufrido y que tanta necesidad tienen, aún hoy en día, de una reparación moral por todo lo que de niño se les sustrajo, este acto – estoy segura- les hace sentir demasiadas cosas.

Sin duda, tristeza, la que siempre les ha perseguido: pero también orgullo y felicidad al saberse queridos por los presentes en este salón.

De aquellos terribles acontecimientos, de aquella guerra y sus mil miserias posteriores, todos hemos conocido a lo largo de los años y cada uno de nosotros tiene una visión.

Pero, ya era hora de que salieran también a la luz los silencios, la soledad y el ostracismo que muchos han soportado y sufrido durante décadas.

Por ello. Para ayudar a nuestros padres a sentirse más cerca de quienes fueron los suyos, gracias. Muchas gracias. Eskerrik asko.”

Proceden todos los presentes incluida la Corporación Municipal a aplaudir la intervención.

 

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Nota de Parque de la Memoria:

Llama la atención que en Navarra 1936 aparecen en Burguete/Auritz tres personas (en este acuerdo municipal se habla de más, se trata de vecinos hijos delpueblo residentes en otros puntos de la geografía, concretamente en Pamplona) queda por resolver porqué el acuerdo del ayuntamiento no incluye a Millar Escandón tal y como reza el nomenclator de Navarra 1936...(¿Probablemente por no ser hijo del pueblo?)

PÉREZ LUQUIN, Evaristo

MILLAR ESCANDON, Antonio (Gijón, 31-12-1911) - Este caso no se reconoce en el acuerdo de 2007.

UN DESCONOCIDO (Este caso pudiera estar conectado con la ciudadana francesa sin identificar)

En el acuerdo hay cinco vecinos no recogidos en el nomenclator de Navarra 1936 en el bloque de Burguete. Los cuatro "Eguia Olaechea" y "Urdiroz Apezarena" sí aparecían recogidos en el bloque de Pamplona.

Mendigo fusilado en Sartaguda, de nombre desconocido

  • Apodo: -
  • Profesión: -
  • Fecha de nacimiento: -
  • Localidad: -
  • Provincia: -
  • Residencia: -
  • Fecha de muerte: 2/08/1936
  • Localidad de muerte: Carretera de Lodosa a Sesma
  • Provincia de muerte: -
  • Edad de defunción: -
  • Causa de la muerte: Fusilado
  • Paradero: -

Más información

Por ahora se desconoce su identidad. Fue detenido el domingo 2 de agosto a orillas del Ebro, en el paraje conocido como La Barca y encarcelado en el pueblo. Por la noche lo sacaron en una camioneta y lo fusilaron en las curvas de la carretera de Lodosa a Sesma. Fue la primera ejecución de un detenido en el pueblo.

ABADÍA ESTERUELAS, Santiago

 

Testimonio de estudioso de la Guerra Civil "E. R. M." vía formulario RECLAMACIÓN-FUSILADOS de la web Parquedelamemoria.org

 

Natural de Castiliscar (Zaragoza). Asesinado el 8/08/1936 

 "Comuniqué a la asociación aragonsea ALADRÉN su localización a través de Julián Casanova, profesor de historia de la Univ. de Zaragoza. Posible filación: CNT. Fue inhumado en el cementerio de Cabanillas (NA), posiblemente extramuros.

Casi con seguridad, creo que su cuerpo fue exhumado en 1959 y trasladado como "no identificado" a Cuelgamuros. No hay restos documentales del hecho pero las fuentes oficiales recogen un cuerpo trasladado desde una fosa común.

Santiago Abadía Esteruelas figuraba como desaparecido sin que nadie conociera su paradero. Su hermano Nicolás es asesinado en el cementerio de Torrero días más tarde.

Se pueden comprobar estos hechos en el registro civil de Cabanillas donde,  siguiendo las consignas de las autoridades golpistas, constará como mendigo."