Diario de Noticias | POR OLGA ALCEGA, "ASOCIACIÓN DE FAMILIARES DE FUSILADOS Y DESAPARECIDOS DE NAVARRA" - Viernes, 23 de Agosto de 2013
CUENTA Galo Vierge, en sus Culpables que la del 23 de agosto fue una tarde con un sol de plomo en la cárcel provincial de Pamplona, los presos en el patio no tenían donde refugiarse de éste, solo al fondo del patio en un tejadillo, éste les cubría haciendo un poco de sombra. No importaba el calor, era el rato que podían hacer corros, hablar, preguntarse por qué estaban encarcelados, preguntarse por qué se estaba asesinando a hombres que no habían cometido delito alguno, solo pensaban diferente a sus verdugos.
Aquella tarde del 23 de agosto, como otras, transcurría pasando el rato, se abrió la puerta y apareció un funcionario de prisiones con unas hojas blancas en sus manos. Ordenó silencio, comenzó a leer una lista de nombres, estos se apresuraban a salir al exterior, donde les esperaban los requetés y falangistas que les conducían a un recinto donde un guardián les ataba las manos a la espalda, después eran obligados a subir a dos autocares que les esperaban en la puerta de la cárcel.