Paradojas e insuficiencias de la memoria histórica en relación con los verdugos

06/05/2013

 

En un formidable artículo de su blog, Fernando Mikelarena, coautor de "Sartaguda 1936", disecciona la impunidad judicial, la tibieza y complicidad política, el vacío historiográfico y periodístico y, sobre todo, el miedo de la sociedad a mirarse en el espejo en relación al alcance de la represión de la Guerra Civil y el Franquismo y el intrincado y numeroso hojaldre con al menos tres capas de agentes implicados que:

Según Según Cruz [CRUZ, R., “Olor a pólvora y patria. La limpieza política rebelde en el inicio de la guerra de 1936”, Hispania Nova, 2007, 7. En http://hispanianova.rediris.es - PDF], “pueden ser clasificados en tres categorías relacionadas entre sí por mutua influencia emocional, cultural, política o militar, pero cada una de ellas con diferentes motivaciones y protagonistas”:

 

<<- “LAS AUTORIDADES MILITARES Y LOS DIRIGENTES MÁS DESTACADOS DE LAS ORGANIZACIONES CIVILES ALIADAS DEL EJÉRCITO REBELDE.
Son el núcleo más poderoso de los señores de la guerra. Su protagonismo en la limpieza política fue muy diverso, al ser la mayoría de ellos responsables de los contextos de escalada que facilitaron el despliegue de asesinatos; al dirigir parte de la represión en los lugares bajo su jurisdicción; al certificar la participación de otros en su despliegue, al preferir al enemigo controlado que en permanente amenaza; y, por último, al cambiar su posición frente a las experiencias de represión y decretar su prohibición o recambio por otras fórmulas”

- “LAS BANDAS DE MILITANTES-POLICÍAS-PARAMILITARES (…)

Los investigadores han señalado en muchas ocasiones que realizaron el trabajo sucio de la represión, pero no tuvieron la responsabilidad principal. Las integraron, sobre todo, hombres jóvenes con armas, a menudo dirigidos por hombres adultos, socializados en el uso de la violencia para enfrentarse a los adversarios políticos y atraídos por los atributos de la masculinidad. Participaron también en las bandas los hombres jóvenes o adultos necesitados de ocultación de su pasado republicano y antiguos represaliados o presos –algunos de ellos delincuentes comunes- durante la II República. Los escuadrones no pudieron actuar siempre en contra de las autoridades, al necesitar algún tipo de certificación pasiva o activa, pero algunos disfrutaron de tal autonomía, que influyeron sobremanera en la forma, extensión, justificación y magnitud de la limpieza política”

- “PARTE DE LA POBLACIÓN EN GENERAL, PROBANDO CON SU COLABORACIÓN EL 'APOYO  POPULAR' A LA REPRESIÓN.
La realizaron a través de las denuncias anónimas, mediante la aprobación pública de las jerarquías, de las exaltaciones explícitas por medio de su participación entusiasta en las movilizaciones, asistiendo en masa también a los fusilamientos como si de un espectáculo de ocio se tratara, a la manera de cómo se producía en siglos anteriores, certificando de esa manera <<desde abajo>> la comisión de asesinatos. La gente común es capaz de comportamientos crueles si tiene licencia de las autoridades legítimas. Junto con las personas fanáticas, intolerantes, envidiosas, disciplinadas, camaradas de sus camaradas, etc., también apoyaban la represión las personas con miedo, sobre todo, si no pertenecían a las redes sociales y políticas adecuadas para no ser acusadas de formar parte del enemigo: algunos optaron por convertirse en agente …para no ser víctima”>>

En el caso de Navarra, donde la violencia política de aquella época fue absolutamente unidireccional, se advierte una especie de vértigo tanto entre los historiadores como en los políticos como en la sociedad en general a la hora de entrar en más concreciones sobre el holocausto que supuso para la izquierda navarra el verano y otoño de 1936, sobre todo vista la diversidad de agentes operantes en la misma y de la que ya nos hicimos eco en una entrada anterior de este blog (en referencia a "El Blog de Fernando Mikelarena"). Existe una incomodidad a la hora de hablar de los responsables de aquella matanza, de sus causas de fondo y de la forma como se llevó a cabo. Creo que todavía hay trabajo por hacer en estas cuestiones, pudiéndose ampliar el catálogo de lugares de memoria y de otros elementos simbólicos, así como enriquecer notablemente el relato de lo sucedido. No quiero citarme a mí mismo, pero creo que en esas cuestiones el trabajo que hicimos, junto con José María Jimeno Jurío, en el caso de Sartaguda, en el libro Sartaguda 1936. El Pueblo de las Viudas, editado por Pamiela, fue bastante bueno. 

El vértigo de la sociedad navarra a realizar un ejercicio de introspección acerca de las causas y responsabilidades últimas de los sucesos referidos está provocado, en última instancia, por la política de la desmemoria seguida a lo largo del franquismo y de la Transición en Navarra por la mayor parte de la sociedad, por el silencio mantenido hacia sus hijos por parte de los progenitores en relación con sus actuaciones en la guerra y por el posible temor de muchos a ver involucrados a familiares en sucesos represivos poco edificantes. Lo cual no es nada extraño si tenemos en cuenta el dominio tan absolutamente abrumador de la derecha tradicionalista y de los católicos independientes, sectores políticamente matrices de la represión, en la mayor parte de Navarra en la Segunda República, dándose también en la Ribera, aunque de forma más matizada, y si consideramos, asimismo, que en los cuarenta años de dictadura y en los setenta transcurridos desde 1936 han podido tener lugar mezcolanzas ideológicas de lo más variopinto dentro de las familias. Resulta irritante el silencio y la desmemoria cultivadas por la derecha para no asumir el reconocimiento público de la responsabilidad de sus antepasados ideológicos, que pueden corresponderse o no con sus ancestros biológicos. Sobre todo, cuando tal y como ha sucedido en más de una ocasión se ha incurrido en ejercicios de tergiversación en relación con las responsabilidad últimas en lo sucedido en 1936. Ahora bien, tampoco hay que obviar la circunstancia de que de padres y abuelos falangistas y requetés han salido hijos que se han posicionado en sectores de la izquierda y del nacionalismo y que en algunos casos, si bien ciertamente excepcionales, la historia no parece haber operado como maestra de vida de forma que hijos de verdugos han defendido posturas de legitimación y defensa de la violencia política que ha dinamitado la convivencia en las últimas décadas o han defendido posiciones de intolerancia. Tanto en un caso como en otro se produce una alteración patológica grave de lo que debe ser el derecho a la memoria y el deber de memoria en los que todos lamentablemente estamos concernidos.

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El Artículo de Mikelarena comienza con una delirante causa judicial contra  el colaborador de elplural.com Gerardo Rivas, quien había sido imputado por el titular del juzgado de instrucción número 37 de Madrid por vincular a la Falange Española de las JONS en uno de sus artículos publicado en dicho medio en marzo de 21012 con un “historial” de crímenes contra la humanidad. 

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Post completo de Fernando Mikelarena:

http://elblogdefernandomikelarena.blogspot.com.es/2013/05/paradojas-e-insuficiencias-de-la.html